Lunes Gym Talent. Y hoy toca hablar del optimismo. Pero vamos  dar un pequeño matiz que he descubierto recientemente…

Yo soy optimista por naturaleza. No sé. Me sale. No necesito demasiado esfuerzo para ver la parte positiva de las cosas. Para mi es una suerte. No sé si otras personas lo verán de otra manera,  a mi encanta. No significa que no tenga problemas o que mi vida sea fácil. Lo único que tengo fácil es mi capacidad de ver las cosas desde una perspectiva. Y a veces creo que , por esa adicción al optimismo , si las cosas se tuercen, trato de crear soluciones para que salgan bien. Vamos que tiendo a ser disfrutona…

El otro día justamente una persona me decía que en la empresa habían tenido un curso de motivación y que tenía un chute de optimismo porque todo había sido para insuflar un ambiente optimista dentro del departamento. Y curiosamente, preparando un curso sobre atención al cliente habia estado leyendo a Daniel Pink en su libro ” VENDER ES HUMANO” en el que hablaba sobre el optimismo a la hora de vender. ( en este caso vender prodcutos o servicios, pero tambien puede venirnos bien para aprender a vender-nos)

En concreto analiza si para hacer una buena venta era necesario llenarse de frases optimistas desde el primer momento, frases tipo : “seré el mejor vendedor que ha habido nunca en el mundo ” de Napoleón Hill ( autor de “Piense y hágase rico“). Lo últimos estudios de neurociencia dan la razón a que el  optimismo es fundamental en cualquier situación.

El optimismo necesita un espacio de duda para activar la creatividad, la motivación y el esfuerzo necesarios para lograr nuestros objetivos.

Hay un matiz que me llamó la atención y me ha gustado mucho: aunque el optimismo te inunde de emoción, deja un espacio para la duda. En un primer momento convierte el optimismo en una duda. Es lo que los investigadores de la Univesidad de Missisipi han llamado “el monólogo interior interrogativo“.  Hicieron una investigación en la que a todos los participantes  les planteaban unos retos y les daban las mismas instrucciones a todos. La única diferencia era que a un grupo le dijeron que se preguntaran  así mismos si serían capaces de resolverlo y al otro grupo que se dijeran a si mismos que si lo lograrían. El primer grupo , el de la duda , consiguió un 50 % más de aciertos. Repitieron el experimento de diferentes maneras y el patrón se mantuvo.

¿Por qué dudar del resultado mejorá nuestra efectividad?

Nuestro cerebro se lo toma como un reto. Y le encantan los retos. Está programado para la superviviencia, por lo tanto se activan más conexiones neuronales. Y eso nos conectar con nuestra propia motivación.Nos recuerda las razones por las cuales queremos lorgar ese reto, nos ayuda a superar las dificutlades que puedan surgir.

Al hacernos una pregunta  aumentan nuestras respuestas. Si tienes que hablar en público y los días antes te dices. “soy un crack, lo bordaré” es muy diferente a  decir ¿cómo puedo dar una buena conferencia?. Según este estudio, si te haces preguntas crearás más soluciones y más posibilidades. Te puedes ofrecer algún consejo, puedes contemplar errores anterios de los que aprender. En definitiva. Te abres a más posibilidades. Abres tu mente a una visión más amplia que te permitirá dar la mejor conferencia. Pero necesitas esa duda para activar tu capacidad de respuesta. La duda nos permite reunir más recursos para cumplir nuestro objetivo.

Eso sí, ese espacio de duda, es para los previos, para cuando preparas esa conferencia, para cuando desarrollas el proyecto, para cuando estas creando un diseño, para el antes. Para el DURANTE sé todo lo optimista que puedas. Ya no dudes. Cree en ti, en todo el trabajo que has realizado anteriormente.

Recordais ese famoso TED de Amy Cuddy, a parte de ser unos de los videos TED  más vistos en la historia, para mi es de los imprescindibles…


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